domingo, 1 de febrero de 2015

1.605 VIAJES CON XIMO IGLESIAS


LA POBREZA.

Es la carencia, es un instrumento de opresión e incluso un estado de ánimo. Si no alcanzamos unos estándares básicos somos pobres, y aún así, muchas veces seguimos siendo pobres. El no tener un trabajo te hace pobre. 

Pero hemos creado una sociedad tan carente de principios de igualdad y justicia que aún teniendo trabajo seguimos siendo pobres. Los sueldos de supervivencia y las necesidades elaboradas artificialmente no nos sacan de pobres.

El desequilibrio entre los necesario e impuesto, también nos hace pobres. Es la herramienta de sometimiento más eficaz del sistema. Si no tienes para cubrir vivienda, alimento, educación y sanidad, no eres individuo libre. Eres el nuevo esclavo del siglo XXI. La pobreza te humilla y te avergüenza, te hace esconderte. Pero la pobreza no es culpa tuya, sino de una sociedad que antepone la acumulación material a la justicia social.


Aceptar la pobreza es aceptar la injusticia y la diferencia entre individuos. Si aceptamos esto como inevitable aceptamos cualquier cosa que aleje al hombre de la realización personal. Un pobre no se puede realizar como ser humano, un pobre solo sobrevive. La pobreza suele ser hermana de la ignorancia, del miedo y de la resignación.


Hay taxistas pobres, que trabajan y siguen siendo pobres, que se humillan delante del volante. Que buscan las horas del reloj como aspiración única a la salida de su pobreza. Pero está visión solo los condenan más a una esclavitud autoimpuesta. 


Nos mienten al decirnos que el vivir por encima de nuestras posibilidades nos hace pobres, ¿pero cuando tener una vivienda digna es vivir por encima de nuestras posibilidades? ¿Cuándo asegurar una educación de calidad es vivir por encima de nuestras posibilidades? Nos engañan, las necesidades básicas nunca deben ser una opción según a la capacidad de tus ingresos, nunca.


Esta misma mentira hace que los taxistas solo vean en la esclavitud horaria la única huida del monstruo que les ha atrapado, la pobreza. Es la mentira tejida por el sistema para auto limitarnos para engañarnos a nosotros mismos. Es la cárcel de nuestra mente la peor cárcel, no tiene barrotes ni funcionarios que la guarden, sus barrotes son la ignorancia y sus funcionarios nuestras creencias.
La pobreza hace tiempo que la llevamos de acompañante, la llevamos en el taxímetro y en el depósito de combustible, la subimos a casa y la ponemos en el plato de nuestros hijos. La aceptamos como inevitable.


Pero el dolor y la miseria nunca deben ser inevitable, debe ser rechazada de nuestra mente y ahí donde la veamos debemos denunciarlas y combatirla. Es nuestro enemigo, y las jornadas laborales inhumanas su aliado. 


“Dónde hay justicia no hay pobreza” Confuncio.



                                                                                                                                         Por Ximo Iglesias.

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